Reflexiones Semanales del 7 de Agosto de 2022

Hoy es el decimonoveno domingo del tiempo ordinario. En el Evangelio de Lucas (12:32-48), leemos la Parábola de los Siervos Vigilantes y Fieles. Después de implorar a sus discípulos que no se preocupen por el futuro, sino que confíen en la providencia de Dios, Jesús les dice que estén listos para su venida.

Aquí, Nuestro Señor usa la tradición judía de dividir la noche en tres vigilias para hacer su punto. Las vigilias segunda y tercera caen entre las 10 p. m. y el amanecer, es decir, muy tarde en la noche. Comparando a los fieles con los sirvientes en la casa de un rey, les dice a Pedro y a los demás que se preparen para asumir nuevas responsabilidades como líderes en la Iglesia Primitiva.

Como aquellos primeros cristianos, nosotros también tenemos responsabilidades que Dios nos ha dado. Estas tareas, estos ministerios, traen el reino de Dios a la tierra y comparten su amor con las personas que nos rodean. Puede que no todos seamos sacerdotes u obispos, pero llenos del Espíritu de Dios, podemos y debemos realizar grandes obras en Su nombre.

Entonces, escucha la voz de Dios en oración. Busque en nuestra comunidad las necesidades que no han sido satisfechas. Y tome el ejemplo de Cristo en las Escrituras para entender Su voluntad. Nosotros, los siervos de Dios, ayudaremos a que Su reino venga, un acto de amor a la vez. Estar listo.

El Catecismo nos enseña:

2849 Tal batalla y tal victoria sólo son posibles a través de la oración. Es por su oración que Jesús vence al tentador, tanto al comienzo de su misión pública como en la lucha final de su agonía. En esta petición a nuestro Padre celestial, Cristo nos une a su batalla ya su agonía. Nos insta a la vigilancia del corazón en comunión con los suyos. La vigilancia es “custodia del corazón”, y Jesús rogó por nosotros al Padre: “Guárdalos en tu nombre”. El Espíritu Santo busca constantemente despertarnos para velar. Finalmente, esta petición adquiere todo su sentido dramático en relación con la última tentación de nuestra batalla terrena; pide perseverancia final. ¡He aquí que vengo como ladrón! Bienaventurado el que está despierto.

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